jueves, 18 de septiembre de 2008

Un par de aros con piedritas verdes.

El laberinto es tedioso y sólo un puritano suave como diente de león es hábil en perderse. Se dejan caer deseosos ante el primer soplido. Desperdigan sus semillas para ahogarse en ciénagas de espuma. Ellas lo saben: no todos, sólo los puritanos traspasan la cera y llegan al caracol. Ínfimos y hermosos bailan mejor de noche; con un mero firulete pueden hacer de un hombre un prendedor. Impares piedritas verdes rodean a una aún más resplandeciente. Ligeras y en transe, apenas sujetas, danzan en espiral a la deriva del vértigo. Pueden caer y ser aplastadas como migas de pan, ellas lo saben; una vez vueltas a pegar no serán las mismas, ya no las sacarán tan seguido como entonces a bailotear. Ellas lo saben, las han visto mal fijadas y sin brillar. Sin embargo ahí están, enfrentando mareas tropicales y vientos castaños, fuertes y sedosos. Ahí están, adrenalínicas, sostenidas por una tuerquita que aguanta a duras penas pero aguanta porque son un lindo par. No miran hacia abajo y saben, muy en el fondo saben, que si caen siempre habrá un puritano dispuesto a encontrar una tuerquita imposible o un cristal bien verde mar adentro.

viernes, 20 de junio de 2008

Nirvana

El asceta ama hasta sus pelotas. Hasta el hartazgo. Y no duerme él sobre retazos de seda. Mantiene su ego anestesiado ahí en el huequito de una muela ausente. Es encantador cómo se sacrifica el santón con muestras de fuego aguantando toda una vida en una pata y negándole a un ojo (uno solito) otras deidades más carnales, terrenales de igual naturaleza. Es devastador verlo sonreír cuando su condición no es sana. No come, no bebe. Medita ávido sobre la cima de una montaña. Entra en trance, tiene su culo adormecido. Sonidos de tranvía anuncian necesidad. Se retuerce como un saquito de té y a las cuentas de su collar se les une el ombligo formando un pentagrama famélico cargado de un lenguaje fútil. La carne le pesa al esqueleto y el esqueleto punza la carne. Hay amor, hay deseo. Ay, dolor.
Anudado hasta la cresta se mufa y se inflan de ganitas los orificios de su nariz. Acá no hay globo que aguante, acá hay 108 razones por las que descarga y te nombra y te nombra y te nombra y despierta de su letargo. Mueve su viborita al compás del tabú. Se tambalea la viborita de un lado al otro y rompe la cesta. Se extiende en zigzag por el suelo queriéndose enroscar su propio cuello. Metástasis musical. Se yergue saludando al sol y acaba con el hombre escondiendo pruebas del nirvana debajo del tapiz.

lunes, 26 de mayo de 2008

Amanita Muscaria

Tus patitas de plasticola se pegan en mi iglú. Las veo desde el vidrio boca abajo resbalarse pegajosas. Se impregnan de azul. Con una de ellas, la izquierda, frotás tus ojos una y otra vez para ver lo que querés: mi piedra facetada reflejándose en cada una de sus caras. Y te duele y te gusta. Tu boca perfora y baja: saboreás. De tu trompa escurres como esponjas cubitos de cristal, uno de ellos muestra un paisaje de laguna escarlata. Rueda sin nieve ni sinfonía sobre escamas esquivando pintas blancas que algunas aparentan ser almohadas otras nubes de papel. Evitás salpicarte de vos separando las patas. Lo que sea que haya caído no dolió. Seguís aterrizado en mí. Succionando y chupando con tu lengua prensil y áspera mi hielo. No contagia tu libido y no ríen mis cosquillas con los pelos de tus alas. Y si tiemblo no es el grito del cuerpo sino el ronronear de la carretera. Seguís consumiendo de mi seta como la rémola de los restos del tiburón. Aún no molesta. Aún no pesa. Y aunque te note un poco intoxicado te voy a dejar estar. Te dejo seguir prendido como un prendedor olvidado en algún saco viejo ahorcado en el placard.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Yo quiero muchas cosas

Yo quiero muchas cosas, sí: muchas cosas.
Hamacarme en los lienzos de Walt Whitman
y arrugarme en sus arrugas como una guirnalda, un ciempiés o un acordeón.
También quiero una casa circular y rodar y girar con un único fin: encontrarnos.
Quiero mates amargos con besos de miel y noches de poesía y luna en nuestra pérgola.
Quiero tus ojeras, tus cejas bien tupidas y un ciprés inmortal donde siestar de la mano.
Una melodía perdurable, una escena de película pochoclera y una foto en la heladera.
Quiero que beses mis pies planos, que cuentes mis lunares y liberes un gorrión.
Que hagamos a Lorenzo y si Lorenzo no se hace que se haga Sol.
Un invierno para tejerte una bufanda y una manta de tonos naranjas para dos.
Quiero viernes sin dolor de ovarios para bailar con David su canción.
Quiero lluvias orgásmicas, ¡quiero una, quiero dos y quiero más!
Cocerle la oreja a Van Gogh y que dibuje mi flor.
Quiero entonar nuestro mantra y gemir hasta el Om.
Quiero dormir en tu hueco de nuestro colchón.
Quiero tu panza llena de birra y mariposas.
Quiero a Lennon con su piano blanco en mi living y meditar con George.
Todo eso quiero (y más).

domingo, 11 de mayo de 2008

Chichón

Viernes de colectivo atestado y un viejo que por ser viejo cree que puede empujar. Anciano insolente. A que guarda algún secreto morboso entremedio de dos estampitas en el mejor escondite de su placard. A que son San Pedro y San Juan. Shh. Hacete el sordo nomás perdé la cordura volvete pibe y pedí el asiento. Algún monigote de poca gana te lo va a dar. Parada. Yo me bajo acá.
Esta linda la noche pintada a crayón. Colorida tertulia, dónde están todos y yo me siento ahí nomás: Yo y todos. ¿Y yo? Pinto con otro color y en otra cajita con mucho espacio para estirar mis piernas fugaces pero muy bonitas. Mientras ellos me ven y desean lamerme los pies, yo reviso un verano y encuentro a un amor con sus perros pulgosos que a puro mimo y baboseo se llevan nuestros huesos a la cucha; libros de hojas que saben a miel; cartas saladas de hemorragia a tinta desteñida; sweaters de alpaca y llama que huelen a flor; bolsa de dormir para dos: abriga la carne y da calor. Su Azul cuadrillé carcomido por polillas guarda en su interior manchas de amor. Viajes en Ami 8. Saliva, portazos y abrazos. Bajo. Subo. Bajo. Viajo.
Madrugada de tiza gris. Rota la cara: tres puntos y de morado al violáceo copiando la forma de una frutilla se dibuja el perfil un coqueto chichón. Muero de risa.
Arte abstracto ilustrado por un gran pintor acabado que apenas terminó su obra se deshizo en degradé y desapareció del cuadro.

sábado, 3 de mayo de 2008

Safari

El catre no suele ser incómodo. Son pisadas de elefantes las que llegan al tapiz. Vienen a revolcarse. Ellos saben que estoy ahí: embarrada hasta la mitad. Se van cuando la luna aparece temblorosa y sucia en el lodo. Se van limpitos, ellos. Y antes de salir sacuden sus hisopos de cola dejándome insectos moribundos que aún punzan con ganas la carne.
El catre no suele ser incómodo. El sol se aparece nocturno, siempre por mí, derrite una nube. Succiona una naranja pasada y entra. Se hace bolsa porque me quiere y lo tengo a mis pies. Al rato, cuando ya no calienta, me deja la huella más roja de un beso que fue el más rojo. Todo está quieto y todo está helado ahora. Pero nunca estoy sola. Al galope llega Orión. Me viene a visitar mientras se fuma el frío. Le pregunto qué hace acá y me calla. Jura que no extraña y que se quiere quedar. Yo sé que no es así. Cuando miente tintinea su espada. Yo sé que mientras me acaricia se le pianta el ojo izquierdo y se cuelga mirando una estrellita fosforescente, la única que quedó pegada, allá arriba, en mi techo.

jueves, 1 de mayo de 2008

Salta por la ventana. ¡Valiente!





"Voy a quedarme aquí todo el tiempo que haga falta. Estoy esperando la casualidad de mi vida, la más grande..."


Llegó el frío. A mí también me encanta que haga frío. Llegó el sur a taparme la nariz toda. Y de mi latir...no esperen mucho más. Se lo ha llevado alguien y lo ha puesto en un tapper. Ahora yace en el fondo del freezer. Bien al fondo y no está entre las primeras cosas a descongelar.

miércoles, 30 de abril de 2008

Mudanza

Caja de cartón
embala mis colores
los pudre

Ya no hay nada
ni un buen beso
ni un adiós

Flores de jarrón
orejas mutiladas
echan su tufo.

Ya no hay nada
ni recuerdo
ni moretón

Caja de cartón
tiñen marcadores
su vacío

Ya no hay nada
ni fibra
ni silueta

Caja de cartón
mis cosas ya guardadas
resguardan la carne

Ya no hay nada
la caja dice ‘fragil’
con palabra ya gastada
de pedir un aventón.